VIAJE A TRUJILLO

SALIENDO DE LIMA

Por fin llego el fin de semana largo por el día del trabajo, preparo maleta y canguro para viajar rumbo a Trujillo. El viaje será pesado pero vale la pena estar reunido con la familia.

Como de costumbre preparo la maleta a última hora, ropa ligera, una chompita, sandalias, calzoncillos, una colonia y dos libros (los cuales debo terminar de leerlos urgentemente).

El teléfono suena y suena, no para de sonar; Marco (el administrador) llamaba para coordinar la llegada del vigilante que cuidaría de la casa en nuestra ausencia. Siendo las 20:30 horas aparece el joven vigilante, se veía débil, enclenque, pequeño, no se si fue la mejor decisión para que vigile la casa estos días, pero que puedo hacer, ya estaba saliendo rumbo a abordar mi “bus cama” en “Fiori”.

Apenas llegamos al terminal, abordamos el mejor bus para poder viajar tranquilos, no demoramos más de 15 minutos para iniciar con el viaje de 9 horas y media que duraría. No encontramos asientos juntos para viajar con mi sobrino, así que me apresuré y elegí un asiento libre, mi compañero de viaje era pasajero de reducido tamaño (ventajoso para viajar tranquilo y poder darme mis estiraditas mientras duermo). Piña mi sobrino, no tuvo otra opción de viajar junto a una señora con su pequeño hijo (algo realmente incómodo para mi).

Para conciliar el sueño empecé a armar mi “cubo mágico”, lo armé tres veces y me aburrí, mientras a mi costado, mi compañero de asiento, “el pigmeo”, jugueteaba con su desgastado Blackberry (llamando, chateando, leyendo correos, de todo hacía). En un momento determinado pensé coger su veterano juguetito y tirarlo por la ventana porque no me dejaba dormir. Por fin concilie sueño, pero este no duró mucho, el pequeño hijo de la señora que era compañera de asiento de mi robusto sobrino empezó a toser copiosamente, pensé lo peor, buscaba alguna señal para descartar cualquier vínculo con la manoseada “Gripe porcina”. Felizmente, su sabia madre hizo que apagaran el aire acondicionado, lo cual termino con la tos del pequeño pero nos jodío todo el viaje a los demás pasajeros (viajar sin aire acondicionado es fatal).

Ya es de día, estamos llegando a Trujillo, que lindo es Trujillo, pero sería mas lindo si los índices de delincuencia no fueran tan elevados.

VISITA AL DOCTOR

Llamaron a doctor para que practique una Ecografía a mi padre, pues este presentaba unos dolores por haber comido un “King Kong” completo, bueno, casi todo. El doctor diagnosticó infección en los intestinos, fuimos corriendo a la farmacia a comprar todos los medicamentos prescritos.

Antes de salir del consultorio le comenté al doc acerca de mi evolución de mi salud, me recetó unos medicamentos para reforzar mis problemas de falta de sensibilidad en manos y pies (según el es relativo a una neuralgia), y otro medicamento para las vías urinarias (no antibiótico), lo que si conversamos es que el próximo lunes tendría que escanear los resultados del urocultivo para ver que medicamente finalmente será prescrito.

Salimos del consultorio rumbo a la farmacia mas surtida de Trujillo, compramos medicinas para mi madre, mi padre y para mi. Cuando caminábamos con la compra de los medicamentos en las manos, miro a mi padre y le digo: “Viejo, estamos hasta las huevas no?”, el me responde diciendo: “Si hijo, estamos hasta las huiflas” y reímos por breves segundos.

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